Acceso al Galo do Vento. |
Días después, bajo la
premisa de que la mejor manera de conocer un lugar es perderse en su interior, te
dispusiste a caminar por el entramado de rúas del Casco Vello, en donde
percibiste más similitudes con la capital portuguesa. No eras el único, años atrás otro
periodista ya comparaba ambas urbes por su similitud orográfica. Y no te
extrañó, porque tu descubrimiento del Casco Vello te dirigió a lugares tan sorprendentes
como el lavadero de A Barroca situado en la rúa dos Poboadores, en donde un señor lavaba su
indumentaria; la Praza Peñascos, con un
gato observándote a través del cristal de una ventana para ver qué hacías allí;
o la Praza dos Pescadores, en realidad una pequeña plazuela en la que años
después disfrutarías durante las noches de invierno de veladas inolvidables bajo
una manta que prestan a los clientes del bar
Edra mientras degustabas una cerveza de elaboración gallega.
Entre el mapa de
calles, callejuelas, escalinatas y rúas sin salida de este barrio alto vigués, desde
donde se contempla la lonja y casi toda la actividad portuaria custodiada en el
horizonte por la cordillera de la península del Morrazo, te preguntabas si podría
existir un local en el que se reuniesen amantes de la música, las letras o
cualquier otra disciplina artística. Años después diste con el lugar…
Existe un bar en donde,
pese al devenir de los tiempos, a pesar de la existencia de las redes sociales
y los medios de comunicación online, las gentes que ahí se encuentran todavía mantienen perenne un carácter innato
al ser humano: la necesidad, la imperiosa y sana necesidad de expresar lo que
sienten; bien sea escrito en prosa, en verso, cantando o narrando cual texto
plasmado del puño y letra de cada asistente o de un autor consagrado.
Cartel del bar. |
Los primeros locales se
hicieron célebres por acoger a los integrantes de la herencia denominada A
República das Letras, un amplio y destacado colectivo de escritores, poetas y
artistas del mundo de la plástica, cuyas veladas, además de ser amenizadas por
la música, de igual forma lo estuvieron por las conversaciones, reflexiones y
tertulias que generaba la prensa de la época. Algunos de estos locales aún
existen en homenaje tácito a la memoria de escritores como Domingo Fernández
del Riego; Cunqueiro; Urbano Lugrís o Celso Emilio Ferreiro, entre otros tantos
literatos.
Galo do Vento, situado en el número 10 de la rúa San Vicente -en
el corazón del Casco Vello-, también ha recogido ese testigo de la mano de su
propietario Armando Gómez. Un tipo interesante, de mirada analítica y algo
escéptica, quizá por la maestría adquirida a lo largo de su vida y las canas
que atesora, las cuales permiten vislumbrar a un individuo que evidencia tener
experiencia aunque su cabello le quite presencia (o no... según lo observes), y
que una tarde cualquiera te lo puedes encontrar pedaleando en su bicicleta de
manera jovial por la Avenida da Beiramar.
De la mano de la gran
artista cubana Orisel Gaspar, en este local conociste a la actriz de teatro
Toñi Caseiro, quien sería la primera en leer alguna de tus historias en el
Recital de Poesía y Microrrelato de Vigo; un evento auspiciado, promovido y
dirigido por la escritora María Villar.
Interior del Galo do Vento/Foto vía Lola Villar. |
Un cenobio de artistas,
ubicado en la zona antigua más bonita de la ciudad, a la que también se puede
llegar desde Cangas y desde Moaña en los barcos que cruzan la ría de Vigo, cual
viajero que usa el transbordador para cruzar el “Tejo”, pero en esta ocasión
para alcanzar la ‘pequeña Lisboa’ que Vigo para ti significa, a sabiendas que
por las rúas de esta metrópoli nunca darás con ella, pese a que su recuerdo no
deje de perseguirte. © Copyright
2019